Puerto La Cabra

Después de mucho tiempo vuelvo a sentarme frente al ordenador para escribir unas líneas de nuestra salida de hoy. Hemos sido tres en el punto de encuentro habitual. No está mal teniendo en cuenta que la mayoría llevamos desde principios de verano saliendo solos o incluso sin salir.  Podían haber sido más, pero algunos han decidido aceptar la invitación de Paquete para asistir a una ruta a la Sierra de Utrera saliendo desde Guareña. Tenía buena pinta, pero quizás demasiada “tela” para nuestro estado de forma. Ya nos contaréis que tal.

No obstante y como a valientes no hay quien nos gane, decidimos abandonar la inactividad con una visita al Puerto La Cabra. Muy mal se tenía que dar la cosa como para que, al menos, no consiguiéramos subir hasta lo más alto.

La mañana estaba fresca y apetecía entrar en calor lo antes posible. Quizás por eso el ritmo hasta La Haba ha sido más alto de lo pactado en principio. Yo no he sido, pues yo tampoco, eres tú el que aprietas en los repechos…. Lo de siempre.

Sin apenas darnos cuenta debido a la conversación, llegamos al puente de la pared y tras cruzarlo cogemos el camino de la izquierda. Al llegar al cruce que habitualmente cogemos para subir hasta el puerto, decidimos seguir hasta las minas para evitar el tramo  empedrado y peligroso y subir desde las minas del lobo.

Según nos acercamos, divisamos la niebla que nos espera nada más empezar la subida. La temperatura baja de repente y poco a poco vamos empapándonos como si estuviera lloviendo.

Con menos sufrimiento de lo esperado nos plantamos en lo más alto y hacemos una rápida parada para merendar y sacar algunas fotos antes de iniciar el descenso.

Echando de menos un periódico para meternos entre la chaqueta y el pecho, nos tiramos para abajo con mucho cuidado, pues la densa niebla apenas te permite ver unos metros más adelante y un buen número de bikers de Quintana van subiendo ocupando todo el ancho del camino.

Finalizado el descenso, Miguelón nos cuenta que tiene que cambiar el neumático delantero pues parece que le hace extraños y le ha dado algún susto durante el descenso. Como casi siempre en estos casos, fue premonitorio de lo que más adelante ocurriría. En el camino de gravilla que va desde La Antigua hasta Magacela, nos encontramos con dos ejemplares de milano real muertos en la cuneta, y al parar para verlos Miguelón que toca el freno delantero y su rueda le da la razón en lo de tener que cambiarla lo antes posible. Una caída de esas tontas que finalmente ha quedado sólo en el susto y algunos arañazos.

Llegamos a Villanueva cansados pero con la satisfacción de haber vuelto a disfrutar de la bici en compañía y planeando nuevas salidas.